jueves, 10 de marzo de 2016

‘Son tus clics los que te definen’

Publicado originalmente en Enter.co

“No es lo que seas en tu interior; son tus actos los que te definen”. Si la frase no la hubiera dicho Rachel Dawes en ‘Batman begins’, sino el Papa Francisco, el Dalai Lama, Walter Riso o incluso Pablo Coelho, seguramente sería más valorada. Hasta las madres la usarían para aleccionar a sus hijos.

Y si a su contenido nos atenemos, está claro que las acciones de los medios de comunicación digitales o de las versiones digitales de los medios tradicionales contradicen lo que el oficio debería ser en su interior.

Los grandes gurús de las comunicaciones en Colombia y en el mundo sostienen que lo más importante no es el tráfico –la cantidad de usuarios únicos, páginas vistas o el parámetro de moda para atraer la inversión publicitaria–, sino la calidad de la información que se les entrega a las audiencias.

Y claro, no estaría bien visto que un medio de comunicación saliera a decir públicamente que lo que le interesa es el tráfico, así lo lograra a costa de contenidos vanos, de baja calidad o que alborotan y satisfacen el morbo de las audiencias. No estaría bien visto, aunque esos sean los actos que lo definen.

Pocos medios hoy día son ajenos a la obsesión compulsiva de colgar en la red los mismos ‘contenidos originales’ que tienen todos los demás, con el fin de lograr mil, diez mil o cien mil clics más. “Contenidos virales” los llaman, porque se propagan como virus. Y si bien la idea ilustra claramente su poder de expansión, no deja de tener la connotación negativa que han tenido los virus –informáticos o no– históricamente.

Los valores agregados parecen ser los formatos atractivos y esa torpeza involuntaria en que se ha convertido publicar contenidos sin errores. Porque hoy, la norma parece ser cometerlos antes que evitarlos. De resto, es lo mismo en todas partes.

Yo nací como periodista en el mundo impreso, y aunque se trataba de parámetros subjetivos, extraño los tiempos en los que los contenidos eran valorados por su calidad (redacción, ortografía, fuentes consultadas, contraste, valor informativo y un largo etcétera), más que por la cantidad de gente que los viera.

Y si bien uno podría pensar que los contenidos de alta calidad son los que atraen más gente, los contenidos vanos, de baja calidad y que explotan el morbo de las audiencia –como ya lo dije antes– también lo logran, y a veces con mejor resultado.

Pocos, pocos medios se dan hoy día el lujo de atraer audiencias solo con buenos contenidos. Y claro, es que de algo tienen (tenemos) que vivir las empresas de medios y los periodistas, por lo que no es sencillo evitar la tentación de los clics fáciles y seguros. Incluso, de usar las mismas fórmulas agotadas: “Las 10 celebridades que mostraron los cucos en público”, “No podrás creer lo que le sucede a este explorador luego de que se lo traga una boa”, “69 posiciones para disfrutar del sexo; la número 27 es espectacular”…

Y si bien las quejas de una parte de la audiencia son recurrentes, los clics siguen y siguen apareciendo, porque todo indica que la tentación de publicar contenidos fáciles es incluso menor que la de dar clic sobre ellos.

Y esas son las acciones que hoy nos definen como medios, como audiencias y, lamentablemente, como ciudadanos, como personas.