Publicado originalmente en Enter.co
Recuerdo que
entre los mejores regalos de Navidad que recibí durante mi infancia y
preadolescencia estuvieron una bicicleta de 'cross' y mi primer equipo completo
para jugar fútbol, que incluía balón, guayos, pantaloneta, camiseta... El Atari
soñado nunca llego, y ahora creo que quizás para bien.
El 25 de
diciembre del 2012 fue totalmente diferente... A las 8 de la mañana me asomé
por la ventana de la casa de mis papas para mirar a la calle y la encontré
desierta... igual sucedió a las 9, a las 10, a las 11... Y supongo que la causa
no fue la difícil situación económica del país... Seguramente, lo que sucedió
fue que todos los niños estaban jugando con sus regalos nuevos dentro de la casa...
Supongo que el
2013 no será muy diferente, sobre todo con el advenimiento de la PlayStation 4,
de la Xbox One, de las tabletas de 100.000 pesos y de otra gran cantidad de
dispositivos que se pueden estrenar en interiores.
En mis tiempos,
cuando uno jugaba 'cancha a cancha' o 'mete gol tapa', lo popular era pedirse Brasil antes
que los demás y creerse Zico o Falcao (el brasileño del 82, no el colombiano
del 2013) cada vez que uno tocaba el balón... Ahora el jugador se escoge en una
pantalla y la habilidad para evadir al contrario no está en las piernas, sino
en los dedos de las manos.
¿Criticable? Tal
vez no, si todas estas maravillas tecnológicas fueran un elemento más de la
vida diaria junto con salir a trotar, a jugar fútbol o a montar en bicicleta.
Tal vez lo triste es que para muchas personas estas actividades ya
desaparecieron de sus vidas, para dejar paso a la única esclavitud del
computador y de la consola de juegos.
Nos dirigimos
hada una generación de humanos tipo'Wall-E', pero nos engañamos pensando que la
película es un retrato ficticio del futuro. Y aunque conozco mucha gente que
disfruta de sus sesiones de trote diarias, me preocupan los niños que conocen
la luz del sol a través de una foto en su computador, a pesar de que tienen una
ventana en su habitación.
A mi Wii-Fit le
saqué todo el jugo que pude... que no fue mucho, porque no tenía espacio en mi
casa para los juegos que implicaban alguna actividad física. Luego pensé que trotar
parado en el mismo sitio no parecía la actividad más emocionante teniendo el Parque
Simón Bolívar a pocas cuadras de mi casa...
Entonces la
vendí, y aunque tampoco soy un visitante cotidiano de la pista de trote del
parque, cuando miro mi ya no tan imperceptible abdomen y pienso en hacer
ejercido, me imagino una calle, un parque, árboles y sol, no una consola de
juegos.
Al paso que
vamos, sucederá como en aquel mensaje que circula hace tiempo por el correo
electrónico y las redes sociales, en el que para castigar a su hijo, una madre
lo obliga a salir a jugar fuera de su casa. Bueno, hablo de los padres que
todavía castigan a sus hijos sin pensar que van a traumatizarlos, pero esa es
otra historia...