jueves, 15 de mayo de 2014

¿Usted hace programas? ¿Me los regala?

Publicado originalmente en Enter.co

Cantantes, comediantes, diseñadores, periodistas, médicos, contadores, abogados... todos se quejan de lo mismo: en cualquier evento social en el que participan, siempre aparece alguien que les pide una actuación o un consejo gratis. "Ay, ¿usted canta? Venga, ¡cante algo!". "¿Usted es cuentero? Ay, ¿por qué no echa un chiste?" "Ay, doctor, que será que desde hace como un mes tengo un dolorcito por acá al lado izquierdo del pecho...".

Parece que no muchas profesiones se salvan, como los boxeadores. Según mi amigo Diego, nadie en una fiesta a la que asista Pambelé le diría: "Ay, venga... ¿me da un puño en la quijada?"

Ah, y los desarrolladores de software. No tengo referencia de que alguien se acerque a un desarrollador en una reunión a decirle: "Venga, ¿me hace un programa que me ayude a llevar las cuentas de la casa?".


Y es que sería el colmo que, además de querer que su trabajo sea gratis en la vida cotidiana, fuera uno a pedirles ñapa en los eventos sociales. El 53 por ciento de piratería en Colombia (según el último estudio de la Business Software Alliance) es una referencia clara de ello.. . ¡y eso que es una de las tasas más bajas de América Latina!

El círculo vicioso no se rompe por ninguna parte: los usuarios piratean porque el software es caro y las empresas lo cobran caro porque los usuarios piratean... Y mientras unos desarrollan herramientas para hacer sus programas inviolables, los otros generan grupos para compartir códigos y claves que les permitan instalarlos sin pagar un peso.

Algunos tienen excusas que rayan en lo absurdo: "No, eso no es piratería, porque yo no le estoy pagando ni cobrando a nadie...". Asocian el concepto a una transacción comercial, pero creen que bajar un programa de Internet e instalarlo con una clave robada es legal, porque no hay plata de por medio.

Lo mismo aplica para canciones, películas, fotos, obras literarias... cualquier producto protegido por los derechos de autor. Parece que ya casi nadie se preocupa por las consecuencias legales de "copiar y pegar" (desde párrafos hasta programas completos); ni siquiera contemplan los reparos éticos.

No tengo claro en qué momento se le dio la vuelta al principio maquiavélico y ahora resulta que el medio justifica el fin; es decir, ahora resulta que para la gente todo lo que está en Internet es gratis o de dominio público, como si las leyes fueran unas para el mundo real y otras para ese pedazo que se llama virtual, pero que no es menos real.

A cantantes, comediantes, diseñadores, periodistas, médicos, contadores y abogados -entre otros- les molesta que les pidan actuaciones o consejos gratis, porque su trabajo vale. Porque diseñar un logotipo es trabajo, y cuesta tiempo, esfuerzo y talento, igual en una oficina que en la sala de la casa de un amigo. Y el trabajo de los desarrolladores de software... ¿ese no cuesta tiempo, esfuerzo y talento?

Sí, el software es caro y las empresas desarrolladoras deberían hacer un esfuerzo por reducir su precio. Pero ese cuento de que mi trabajo vale pero el de los demás no hace difícil romper el círculo vicioso del lado de los usuarios, igual que esa leyenda urbana según la cual todo lo que está en Internet debe ser gratis.