viernes, 6 de junio de 2014

Dolor de patria



Dice Ricardo Silva en su columna de hoy en El Tiempo: "De vez en cuando nos gusta Colombia, sí, pero nos hemos acostumbrado a que no sea problema nuestro. Somos buenos para hacerles barra a los ciclistas, pero malos para pedalear".

Y así es: los colombianos nos acostumbramos a criticar a nuestros gobernantes, pero no tenemos la menor autoridad moral para exigir algo bueno de ellos. Para nosotros, son dignas de aplauso desde conductas 'simples' (como botar papeles a la calle, cruzar un semáforo en rojo, colarnos en una fila) hasta faltas graves como sobornar, pagar para lograr favores que van contra la moral y la ética, robar, matar...

No nos importa que para el país incluso las 'faltas menores' no son una sola, sino la suma de más de 40 millones de ellas, de sendos colombianos que pedimos a los gobernantes pensar en el país, pero que como ciudadanos no pensamos más allá de nuestro propio beneficio, al precio que sea... varios millones por un soborno, un tamal por un voto, una vida por un celular.

Por eso, mi voto del 15 de junio será de resignación, de desesperanza; de la tristeza de no tener que elegir la mejor de dos opciones, sino la menos peor. Puede ser Santos, puede ser Zuluaga... igual, vamos de culo pa'l estanco, porque nos convencimos de que la 'malicia indígena' consiste en hacer mal sin que los otros se den cuenta, cuando no por encima de ellos; y ahora ni siquiera eso nos importa: si alguien lo nota, siempre habrá un precio por su silencio, por su complicidad.

Quienes se sientan ofendidos porque los incluyo tácitamente en mis comentarios, pregúntense, por favor, si sus 'faltas menores' no suman para ese paquete de 40 millones que armamos entre todos los colombianos. Si creen que no, les ofrezco mis disculpas, los excluyo de mis afirmaciones y les deseo éxitos en su labor de seguir haciendo patria para ustedes solos. Salvo que realmente sus vidas sean un ejemplo de ciudadanía, en cuyo ese caso les doy gracias, de corazón, sin ironías y sin sarcasmos.

Creo que la política no es lo mío... todos los comentarios sobre el tema hechos hasta ahora solo reflejan un profundo dolor de patria, pero la cura resulta más descorazonadora que la enfermedad cuando uno trata de pedalear en bicicleta estática y los males del país pasan por el lado en moto.