Publicada originalmente en Enter.co
Durante mi
infancia, me causaba curiosidad el termómetro que estaba en la puerta de la
nevera, en la casa de mis papas. Podía estar haciendo calor o frío; podía estar
lloviendo o haciendo un sol esplendoroso; podíamos estar cocinando con todos
los fogones a máxima potencia o simplemente mirando por la ventana: el
termómetro siempre marcaba 20 grados centígrados. Al final, era un adorno más,
porque como termómetro no servía para mucho...
Lo mismo (pero al
revés) sucede con algunas aplicaciones de mi teléfono inteligente: tengo -por
casualidad- unas cuatro de ellas que entregan información del estado del
tiempo, y no es extraño que a la misma hora y en el mismo lugar muestren
temperaturas con diferencias de cinco grados centígrados.
La situación
parece más o menos obvia, porque Bogotá es una ciudad muy grande en la que las
condiciones del tiempo no son las mismas en todas las zonas. Por eso, mientras
en el sur de la ciudad hace sol, en el centro puede estar cayendo un aguacero y
en el norte, una granizada.
Ya picado por la
duda, me dio por curiosear con dos aplicaciones del mismo fabricante que
permiten medir la distancia que recorre una persona al desplazarse de un lugar
a otro. Una está diseñada específicamente para medir cuántos metros o
kilómetros se recorrieron; la especialidad de la otra es contar cuántos pasos
se dieron, pero también muestra la trayectoria en metros.
Así es que las
puse a funcionar, salí del parqueadero, crucé el puente, caminé otro par de
cuadras y llegué a la oficina... y mientras una aplicación marcó un recorrido
de 1.230 metros, la otra solamente llegó a 920 metros... Hmmm... ¿Más de 300
metros de diferencia en más o menos un kilómetro, en aplicaciones similares del mismo
fabricante?
¡Me preocupa
sobremanera que suceda lo mismo con esas aplicaciones que dicen predecir el
futuro del usuario a partir de la posición de los astros en el momento de su
nacimiento!
Y bueno... si
notaron el sarcasmo en la frase anterior, he de agregar que realmente tampoco
me preocupa mucho el tema de la temperatura, sobre todo teniendo en cuenta que
desde pequeño me acostumbré a que la cocina de mis papas siempre estaba a 20
grados. Me parece más complicado el tema de las distancias mal medidas,
sobre todo si este año sí compro la bicicleta que está en mis planes desde el
2000.
Lo que no concibo
es que los fabricantes de celulares, los desarrolladores de aplicaciones y los
proveedores del servicio hablen de la geolocalización como la gran cosa y no la
utilicen para tareas tan simples como reportar la temperatura de un sitio
específico, no la que se siente a 15 kilómetros de allí... ¡Y que cobren por
eso!
Seguramente la
solución es la que plantea mi amigo Diego Pardo: incorporar un termómetro al
celular... Me suena, desde que no sea como el de la nevera de mis papas.