domingo, 15 de septiembre de 2013

La geolocalización y otros chistes malos

Publicada originalmente en Enter.co

Durante mi infancia, me causaba curiosidad el termómetro que estaba en la puerta de la nevera, en la casa de mis papas. Podía estar haciendo calor o frío; podía estar lloviendo o haciendo un sol esplendoroso; podíamos estar cocinando con todos los fogones a máxima potencia o simplemente mirando por la ventana: el termómetro siempre marcaba 20 grados centígrados. Al final, era un adorno más, porque como termómetro no servía para mucho...

Lo mismo (pero al revés) sucede con algunas aplicaciones de mi teléfono inteligente: tengo -por casualidad- unas cuatro de ellas que entregan información del estado del tiempo, y no es extraño que a la misma hora y en el mismo lugar muestren temperaturas con diferencias de cinco grados centígrados.

La situación parece más o menos obvia, porque Bogotá es una ciudad muy grande en la que las condiciones del tiempo no son las mismas en todas las zonas. Por eso, mientras en el sur de la ciudad hace sol, en el centro puede estar cayendo un aguacero y en el norte, una granizada.

Lo que esperaría yo es que un celular inteligente consulte la información del lugar más cercano a aquel en el que me encuentro, por obra y gracia de una herramienta llamada 'geolocalización'; es decir, que el aparato justifique la inversión para adquirirlo (llámese dinero, acuerdo de permanencia o ambos) mostrando la temperatura de Modelia cuando uno está en Modelia, no la de Usaquén.

Ya picado por la duda, me dio por curiosear con dos aplicaciones del mismo fabricante que permiten medir la distancia que recorre una persona al desplazarse de un lugar a otro. Una está diseñada específicamente para medir cuántos metros o kilómetros se recorrieron; la especialidad de la otra es contar cuántos pasos se dieron, pero también muestra la trayectoria en metros.

Así es que las puse a funcionar, salí del parqueadero, crucé el puente, caminé otro par de cuadras y llegué a la oficina... y mientras una aplicación marcó un recorrido de 1.230 metros, la otra solamente llegó a 920 metros... Hmmm... ¿Más de 300 metros de diferencia en más o menos un kilómetro, en aplicaciones similares del mismo fabricante?

¡Me preocupa sobremanera que suceda lo mismo con esas aplicaciones que dicen predecir el futuro del usuario a partir de la posición de los astros en el momento de su nacimiento!

Y bueno... si notaron el sarcasmo en la frase anterior, he de agregar que realmente tampoco me preocupa mucho el tema de la temperatura, sobre todo teniendo en cuenta que desde pequeño me acostumbré a que la cocina de mis papas siempre estaba a 20 grados. Me parece más complicado el tema de las distancias mal medidas, sobre todo si este año sí compro la bicicleta que está en mis planes desde el 2000.

Lo que no concibo es que los fabricantes de celulares, los desarrolladores de aplicaciones y los proveedores del servicio hablen de la geolocalización como la gran cosa y no la utilicen para tareas tan simples como reportar la temperatura de un sitio específico, no la que se siente a 15 kilómetros de allí... ¡Y que cobren por eso!


Seguramente la solución es la que plantea mi amigo Diego Pardo: incorporar un termómetro al celular... Me suena, desde que no sea como el de la nevera de mis papas.