jueves, 15 de agosto de 2013

Hasta que me dejé tentar...

Publicado originalmente en Enter.co

Mientras escribo esta columna, están repitiendo por enésima vez el capítulo de Los Simpson en el que se burlan de Apple y de la cultura alrededor de sus productos. En la serie, la marca es Mapple, algunos de sus productos son el MyPod y el MyPhone, y el logo de la compañía es una manzana mordida por ambos lados, no solamente por el derecho...


Hace algunos años, este capítulo me hacía reír mucho. Entonces era un defensor incondicional de Microsoft y su sistema operativo Windows, lo que no quería decir que fuera enemigo de Apple, su sistema operativo Mac OS y sus otras líneas de productos.

Simplemente, pensaba que si uno había crecido con Windows, quizá no tenía motivos para querer cambiar de sistema, menos en un mundo con pruebas de desempeño similares para aplicaciones en ambas plataformas, en el que Apple había optado por los procesadores de Intel y en el que conozco personas que ejecutan aplicaciones antes 'reservadas' para Mac en PC con el sistema de Microsoft.

Hace algunos años me picó el bichito de la curiosidad y me compré el Mac más barato que encontré (el menos caro, realmente) para ver cuál era el cuento con la manzana... Y debo confesar que desde entonces comencé a entender un poco esa veneración que los usuarios sienten por su plataforma. Mi comprensión se extendió luego de adquirir un iPhone, de conocer el iPad, de experimentar un poco con el AppleTV...

Y he de confesar que el empujón más reciente hacia el mundo de la manzana me lo dio Windows 8, un sistema operativo que me parece espectacular en las tabletas, cuya versión 'hermana' para los teléfonos inteligentes me descrestó en 20 minutos de uso, pero que en el mundo de los computadores de escritorio y portátiles me dejó cierto sinsabor.

No, no fue la ausencia del botón Inicio. Fue esa brincadera entre una interfaz y otra, según si el programa que estaba utilizando estaba diseñado o no para la nueva apariencia del sistema, principalmente. Espero que los ajustes que Microsoft planea incluir antes de que finalice este año (2013) solucionen ese problema, porque sigo pensando que Windows es realmente bueno; en especial Windows 8, sin los vestigios de la versión anterior.

Mientras eso pasaba, la vivencia en el mundo Mac comenzó a convertirse en una experiencia cada vez más agradable. Sobre todo, cuando compré Microsoft Office para este sistema operativo, que encuentro mucho más agradable que en su mundo original.

No me pidan argumentos técnicos para preferir un Mac sobre un PC... No los tengo. Pero, qué le vamos a hacer: ahora me gusta más el Mac. Y no porque no se me haya bloqueado o porque todo en el reino de la manzana sea perfecto. Eso de que el Mac no falla es un mito, y puedo decirlo con conocimiento de causa. Tal vez por eso tampoco me incomoda tener que usar un PC con Windows 7 en la oficina. Creo que los dos sistemas y yo aprendimos a convivir pacíficamente.

Afortunadamente no he caído en conductas extremistas, y así como siendo usuario de Windows defendía la plataforma sin atacar a Mac, hoy, parado en la orilla de Mac, entiendo más la devoción de sus usuarios, sin necesidad de atacar a Windows.

Y hoy, cuando veo el capítulo de Los Simpson en el que ridiculizan a Apple, ya no me burlo... Solamente sonrío un poco.