lunes, 17 de septiembre de 2007

El límite entre el valor y la irresponsabilidad

En varias ocasiones he dicho que cuando uno está enfermo de la garganta es cuando mejor canta, porque se ve forzado a aplicar la técnica vocal de la mejor manera posible.

La afirmación es peligrosa si no se toma con prudencia… hay gripas de gripas, dolores de dolores… y sí, a veces es posible cantar sin estar en las mejores condiciones de salud, pero también hay que saber identificar el límite en el que es mejor decir “lo siento, no puedo cantar”.

El pasado sábado asistí, muy ilusionado, a la última función de 'Cavalleria Rusticana' y 'Payasos', en el Teatro Colón de Bogotá. Antes de comenzar las obras, se anunció por el altavoz que el barítono brasileño Licio Bruno se encontraba enfermo, pero que aún así había accedido a interpretar sus papeles en las dos representaciones.

Hace unos años pasó lo mismo en una función de 'Tosca'. Por el altavoz se anunció que la soprano, la protagonista, estaba enferma, pero había accedido a interpretar su papel. Se ve que la enfermedad no era muy grave (o que su técnica era muy buena), porque la presentación fue más que decorosa. Cabe recordar que fue el mismo año (de hecho, la misma obra) en el que el famoso barítono Juan Pons decidió no hacer el papel del barón Scarpia, porque en el ensayo general se sintió mal de la voz y prefirió no arriesgarse. Inteligente decisión, prudente y responsable.

Ojalá Bruno hubiera sido tan inteligente y tan responsable. Al final, el nutrido aplauso del público fue un reconocimiento al gran esfuerzo que tuvo que hacer, más que a la calidad de su actuación. Cosa diferente a lo que sucedió con su representación de Iago, en 'Otello', en la temporada del 2005, donde el aplauso sí premió su interpretación…

En esta ocasión, ¿no hubiera sido mejor decir que no? Bueno… hay que decir que la primera gran irresponsabilidad es de la producción del evento, que no tenía un reemplazo para el cantante. Montar una temporada de ópera con un único intérprete por papel es muy riesgoso. Y cantar en las condiciones en que lo hizo el barítono el sábado pasado, también.

Desde mi punto de vista, es mejor escuchar un reemplazante normal, que una gran figura ronca.

Hay ocasiones en las que una buena técnica vocal permite superar una afección poco avanzada. Pero hay otras en que no. Y aunque el público bogotano haya sido muy agradecido con el esfuerzo del cantante, bien pudo ser también más exigente con la producción del evento.

“Cante, cante tranquilo, que si está ronco la gente va a valorar su esfuerzo y todos van a salir encantados”. ¿A riesgo de qué? Esa no puede ser la norma… Yo, de esa función, salí más preocupado que encantado. Preocupado por la voz del cantante (¿qué consecuencias podría tener tamaño esfuerzo?); preocupado por la irresponsabilidad de pararlo en un escenario a riesgo de que en cualquier momento pudiera perder la voz o de que esta se apagara temporalmente (como de hecho pasó).

¿Cuándo se agravan las lesiones de los deportistas? Entre otras cosas, cuando prefieren retrasar un cambio por lesión, porque “todavía aguantan un poquito más”. Y ese poquito más puede ser la diferencia entre una pronta recuperación o un proceso complicado antes de volver a jugar.

Al final, muchos deportistas aceleran sus procesos de recuperación a punta de ultrasonido e infiltraciones… pero la voz… No quisiera saber lo que se siente una infiltración en la laringe…

De las obras puedo hacer un par de comentarios breves:

'Cavalleria Rusticana' tiene una música preciosa, un argumento muy simple y un libreto muy extenso para contar una historia tan sencilla. Sinceramente, no me gustaron mucho la obra ni la puesta en escena que, desde mi modesto punto de vista, parecía una sesión solemne de Colegio. Si no la vio, no se perdió de mucho, salvo por la música.

'Payasos' fue otra cosa. Es una obra más consistente (aunque su final siempre me ha parecido acelerado, poco consecuente con el clímax anterior) que estuvo mucho mejor montada. Personalmente, me pareció emocionante.

Lo que no entiendo es esa manía que adquirieron los directores escénicos de dañar los intermedios orquestales con escenas que no solo no le aportan nada, sino que más bien le quitan mucho a la música.

Dos de mis piezas preferidas son, precisamente, los intermezzos de 'Cavalleria Rusticana' y de 'Payasos'. Y no los pude disfrutar plenamente en vivo porque al director escénico se le ocurrió poner a los actores a tirarse la música payaseando –nunca mejor empleado el término– sobre el escenario mientras la orquesta sonaba.

Lamentable acompañamiento para una Filarmónica de Bogotá, que sonó muy, muy bien bajo la batuta del maestro Andrés Orozco.

Por Dios… ¿cuándo lograremos evitar que tratar de ser originales nos mate el buen gusto?