sábado, 28 de julio de 2007

La voz, el instrumento más caprichoso de todos...

En alguna ocasión vi un documental con Plácido Domingo, en el que el tenor español decía -palabras más, palabras menos- que muy pocas veces quedaba completamente satisfecho al terminar una presentación y que experimentaba cierta frustración por el hecho de saber cómo se debe cantar y no siempre poder hacerlo bien.

Ese día sentí un gran alivio: ¡Plácido Domingo y yo compartíamos la misma frustración! Guardando las proporciones, claro está, pues seguramente el conocimiento de Domingo sobre técnica vocal multiplica el mío varias veces. Pero aun con lo poco o mucho que pueda saber, creo que tengo bases suficientes para saber cuando una nota sale bien o cuando sale mal. Y también es frustrante para mí que no siempre salgan bien.

La voz es caprichosa. Cuando un pianista tiene dolor de cabeza o un violinista amanece indispuesto, es bastante probable que su interpretación no sea tan buena como los días en que está completamente saludable y de buen talante; pero al fin y al cabo, mientras su instrumento esté afinado, un Do siempre va a sonar Do y un La bemol siempre va a sonar La bemol. Y el sonido siempre va a ser una vibración ampliada en una caja de resonancia.

Cuando un cantante tiene dolor de cabeza o de estómago, o cuando amanece indispuesto, triste o deprimido, es bastante probable que no solamente su interpretación se vea afectada; también es posible que las notas que salgan no sean las que quiere dar o que, incluso, no salgan por donde tienen que salir, así el órgano afectado no sea la garganta.

Claro... todavía existe la probabilidad de hacer una interpretación excelente de una pieza triste, si el problema es de depresión... Pero lograr que el cuerpo humano como instrumento siempre se comporte igual, eso es todo un reto. Incluso en perfectas condiciones de salud y de ánimo.

Ramón Calzadilla, maestro de canto cubano, me decía que el canto es arte con deporte, pues cantar requiere un esfuerzo físico. La técnica vocal busca lograr la mejor emisión (en todo el sentido del término) con el menor desgaste posible (por no decir necesariamente que con el menor esfuerzo, pues fuerza sí hay que hacer, pero no donde todo el mundo piensa... de este tema me ocuparé en otra ocasión).

Pero tomo la frase de Calzadilla, porque quizás el fenómeno del cantante es comparable con el de un deportista, porque los dos pueden tener jornadas muy buenas y otras no tanto. El cantante, eso sí, debe evitar las jornadas malas, pues suelen ser más notorias y tener peores consecuencias que para los deportistas. Un delantero se puede dar el lujo de no hacer gol durante varios partidos seguidos y lo siguen poniendo de titular. Un cantante no puede darse el lujo de no dar una nota en una sola presentación, so pena de ver bajar el telón antes de tiempo...

Claro que no hay que irse al extremo. El día que pude ver a Juan Pons en vivo, en el teatro Colón de Bogotá, al barítono español se le salió un 'gallito' en una nota intermedia, que no revestía mayor dificultad. Al final de la pieza, la ovación premió las otras mil notas que el cantante dio con total maestría. Ese 'gallito' quizás lo hizo ver más humano, más cercano a la gente; y la gente lo celebró más como una anécdota que como un error.

Pero durante una función de 'Rigoletto' en el mismo escenario, hace algunos años, el tenor resultó tan malo que ni siquiera lo aplaudieron cuando terminó de cantar 'La donna è mobile', una pieza que usualmente se defiende sola.

Cantar bien, sobre todo cantar bien siempre, es difícil, porque la voz es un instrumento caprichoso que no se puede afinar con una clavija y que se puede afectar muy fácilmente por factores externos, físicos o emocionales. Por eso, lograrlo es una de las experiencias más emocionantes que puede experimentar un ser humano... bueno, uno al que le guste cantar...

Quiero terminar esta publicación invitándolos a ver algunos videos de cantantes que lo hacen realmente bien... desesperantemente bien en algunas ocasiones, diría yo. Son maestros que dominan la técnica de una forma envidiable.

En el primero de ellos, la preciosa cantante rusa Anna Netrebko interpreta Meine Lippen sie küssen so heiß (Mis labios besan con tanto ardor). En el segundo, el tenor mexicano Rolando Villazón canta La Danza*. En los dos casos, les recomiendo llegar hasta el final, donde las cualidades vocales se destacan en las notas agudas y sostenidas, pero sin dejar de apreciar la interpretación y la calidad de las piezas completas. Espero que los videos permanezcan en la red el tiempo suficiente para que los vean, pues seguramente no están publicados con licencia alguna.

Para finalizar, les dejo un dúo de la ópera El elíxir de amor*, interpretado por estos mismos cantantes, para que vean que a la ópera también se le puede meter humor, incluso en el ambiente formal de un concierto... En la escena, el tenor se dispone a beber un elíxir que le garantiza obtener el amor de la soprano, pero lo que tiene en sus manos no es precisamente una botella milagrosa... Y sigan apreciando la belleza de Netrebko.

*Algunos comentarios sobre estos videos en el sitio donde están publicados critican a Villazón y lo tildan de payaso... ¿Quién dijo que el arte no puede dejar espacio para el humor? Hay que identificar muy bien los límites, pero estas dos piezas me parecen excelentes. Y no sobra aclarar que El elíxir de amor es una ópera cómica, por si acaso.